Analgesia congénita y el peligro de no sentir nunca dolor
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¿Ha imaginado alguna vez hacerse daño y no sentir dolor? Aunque pueda parecer una especie de superpoder digno de una película de ficción, esta condición es real... y también puede ser muy peligrosa.
Cuando el cuerpo no reconoce el dolor
Son muchos los casos que han ganado espacio en los medios de comunicación porque la protagonista de la historia no sintió ningún dolor. Así ocurrió con una mujer brasileña, hace unos años, que se sometió a una cesárea sin anestesia y, en otra ocasión, incluso se quedó dormida mientras daba a luz a su segundo hijo.
La doctora Keila Galvão, neuróloga del Hospital Anchieta de Brasilia, explica que la analgesia congénita es "la indiferencia o ausencia de dolor físico". Así, ante un estímulo doloroso, la persona puede simplemente ignorarlo por completo o incluso sentir el dolor, pero sin distinguir el límite entre lo normal y lo perjudicial.
Se trata de una alteración importante, ya que el dolor es esencial para la protección del ser humano. Esto se debe a que actúa como un aviso de que algo va mal en el organismo. De este modo, esta insensibilidad puede provocar graves problemas de salud.
Ver también: Dieta para el síndrome de ovario poliquístico: qué comer y qué evitarLa buena noticia es que la analgesia congénita es una de las enfermedades más raras del mundo: "Es una afección poco frecuente, con pocos casos descritos en la literatura médica y confirmados genéticamente", dice Keila. Para hacerse una idea, sólo entre 40 y 50 personas presentan esta afección.
Ver también: Cómo utilizar la patata para el cuidado de la pielSin embargo, según el neurólogo, "hay cuadros o síndromes más complejos que pueden traer la analgesia del dolor como un síntoma más", por lo que vale la pena consultar a un médico para que evalúe la situación, sobre todo cuando se trata de niños.
Causas y síntomas de la analgesia congénita
Según Keila, la causa más asociada a la analgesia congénita es una mutación en el gen SCN9A del cromosoma 2q24.3. En otras palabras, se trata de una variación genética en el sistema nervioso central que impide la comunicación de la sensación de dolor al cerebro.
El síntoma principal es, de hecho, la ausencia de dolor físico ante cualquier lesión, que se produce desde el nacimiento y acompaña al individuo durante el resto de su vida. Así, por ejemplo, un bebé puede sufrir arañazos o cortes y no quejarse: "Niños con labios o mejillas mordidas, traumatismos por caídas o fracturas, hematomas y pérdida de yemas de los dedos o dientes en niños, inflamación oEl niño llora por síntomas emocionales, pero no por dolor", explica el médico, recomendando mucha cautela a los padres y cuidadores, que deben estar atentos a las señales que indican que el niño no siente dolor. Además, la irritabilidad y la hiperactividad pueden estar asociadas a la analgesia congénita.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de la analgesia congénita se realiza a partir de las quejas de los padres, los exámenes neurológicos y la evaluación genética. El especialista solicita un único gen cuando el cuadro clínico es compatible con un gen específico o con un panel multigénico, que abarca todos los principales genes conocidos.
En cuanto al tratamiento, Keila informa que se basa en una atención multidisciplinar que implica cuidados de enfermería, terapia ocupacional, escuela, padres y cuidadores. La patología, desgraciadamente, no tiene cura y puede presentar altos riesgos para el portador, como lesiones corneales, mordeduras de lengua, infecciones localizadas o diseminadas, deformidades articulares como consecuencia de múltiples traumatismos,quemaduras, pérdida de dientes y amputaciones.
Las recomendaciones de seguridad incluyen la comprobación frecuente de lesiones y el uso de protectores de pies, tobillos y codos durante las actividades que puedan entrañar riesgos. "Vigilar posibles lesiones e infecciones de piel y oídos, regiones vulnerables como pies, manos, dedos, observar la aparición de erupciones cutáneas, evitar traumatismos oculares. Se recomienda comprobar por la noche, utilizar cremas hidratantes (porque la piel puede ponersemás propensos a las infecciones), inmovilizar las lesiones para facilitar la curación, porque el niño no siente dolor y volverá a exponerse al traumatismo", concluye el médico.
Fuente: Dra. Keila Galvão, neuróloga del Hospital Anchieta de Brasilia.